Una mañana decidí levantarme
y caminar por el pequeño jardín de mi abuela, observé a lo lejos una hormiga
que corría rápidamente, se perdía en medio de una alta cima de tierra y al minuto
aparecía de nuevo para volver a realizar su trayecto. Me acerqué para detallar
que era lo que transportaba y descubrí que se trataba de un trozo de pan, pero
por qué lo hacia con tanto afán?
Así que la seguí y vi como
un grupo de hormigas se encontraban
atrapadas por un tramo de malla tirada por mi tío el pescador, ellas no
podían salir y lo único que hacían era comer el pan que llevaba la solidaria
hormiga y en grupo hacían fuerza para retirar el obstáculo que no las dejaba
ser libre. Sin pensarlo dos veces y sin quedarme como espectador inhibí la
vieja malla. Las hábiles hormigas esperaron a la hormiga que venía con la
última migaja de pan, de esta manera se retiraron juntas a un profundo hueco elaborado
para sobrevivir de la crudeza del ser humano.
¿Crees que los hombres hoy
en día también expresan el valor de la solidaridad?
Es triste ver como la indiferencia
daña los corazones y volteamos el rostro ante la injusticia, el engaño, la
crueldad y la violencia. Se puede afirmar que los animales no piensan y que no
viven el lenguaje, sin embargo, su
manifestación de amor es tan cercana y veraz que logran transformar la mirada
de la historia.
Seamos hormigas de vida, de lucha,
amistad y amor.

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