miércoles, 1 de septiembre de 2010
EL ABUELO, MI MAESTRO
Tus pasos son lentos pero llenos de experiencia, tu voz tiembla como el viento para refrescar los años de recuerdos y bellos amoríos que le dieron a la vida un toque mágico y fantástico. Con el pasar de cada instante tus brazos se tornan más débiles, la voz pronuncia con temor cada palabra y sientes que has vuelto a ser niño.
Tienes miedo de ser olvidado, pero agradecido de ser recordado por los adolescentes que te llaman abuelo, crees que ahora eres un árbol seco en donde ya no existen ricos frutos pero si un lugar para descansar y sentir tranquilidad.
Todo lo que la vida te enseñó hoy se lo brindas a aquellos que te buscan para ser escuchado y por ello te llaman sabio.
Tu cabello se cae por completo y las hebras son de color blanco, tus párpados se mueven sin cesar, el descanso es el mejor compañero, el ruido ya es un fastidio, sin embargo, cuando escuchas las voces de los nietos el alma tiembla de emoción y ese barullo te brinda ganas de existir y sacar a flote el espíritu joven que te animará siempre.
Abuelo amado, eres un segundo padre que consientes mis caprichos y que a pesar de tus sermones de la nueva sociedad y de las amistades, me escuchas, me aconsejas y me cuentas bellas historias de príncipes y de hermosas primaveras.
En muchas ocasiones te levantas cabizbajo y triste diciendo que eres una carga para la familia, pero eso no es así, cuando mis padres te necesitaron para crecer tu les diste tu mano, tu cariño y la educación para que hoy lograrán enfrentar la vida, de tal forma que ellos deben brindarte su corazón con alegría y pensar como recompensarte por las noches tristes que pasaste cuando se iban a la calle y volvían a media noche como hoy lo hago yo.
Los días que tuviste que ir a la escuela y pasar la vergüenza de escuchar quejas a cerca de mi comportamiento no apropiado, el trabajo forzoso que te tocó sobre llevar para que a ellos no les faltara nada, hoy somos felices con tu presencia abuelito querido.
Entendemos que te da pena cuando te orinas en tus pantalones o cuando al tomar el plato con la comida se te cae de las manos, yo siempre corro para ayudarte y lo hago muy complacido, se que en ocasiones se te olvidan los temas que estamos tratando en la platica, de un comentario pasas a una telenovela o sencillamente sonríes y terminas contándome tus años de juventud, esto me divierte y lo disfruto.
Yo quiero que tú conozcas mis hijos y que ellos aprovechen tu existencia, que se sienten a tus pies y estén muy atentos a lo que tú les puedas instruir.
Dios me regala día a día la fortuna de abrir mis ojos y verte desde muy temprano levantado pidiendo tu desayuno, después de unas horas olvidarlo y pedir que te lleven tu café porque hoy no has tomado absolutamente nada.
Solo te pido que Sigas junto a mi familia, nunca olvides que: “tu eres el ejemplo de mis padres, yo soy su espejo, y mis hijos serán mi reflejo”
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